jueves, 25 de octubre de 2012

Deja que llueva.

Llueve. Llueve un día más. La ciudad se empapa, y tú con ella. Te impregnas de nuevo del embriagador olor de la lluvia.
Llueve.
Llueve y llueves con la lluvia; te dejas llover.
Un constante "clik-clok" suena con las gotas al chocar. Miras al cielo y observas las nubes pasar. El sol no te ciega y la lluvia no te despeina.
"Dios está en la lluvia", y tenía razón.
Llueve y solamente tienes frío y calor a la vez. Mientras la nariz se te enfría, el corazón se te inunda. La gente corre alrededor siendo así presas del pánico; la lluvia no forma parte de sus planes. La lluvia no es un plan. La lluvia es. Deja que llueva.
Una balada de rock suena en tu cabeza, pero eres incapaz de reconocerla; llueve. Por fin llueve.

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