viernes, 9 de marzo de 2012

Oda a la imaginación.

La sentí distante, fría, alejada.
Como si hablarme no pudiera,
cual estatua de una gran plaza
a la que vas a dar de comer a palomas.

La sentí etérea, cristalina, invisible.
¿Dónde estás amor? Ya no puedo verte.
Incluso, estando a mi frente,
estás lejana, intocable, invencible.

Cuéntame cuál es tu secreto, qué ha pasado.
La niña de mi alma se vuelve cristalina.
Muñecas de porcelana, ¡tenédla envidia!
El sol ya no le da en la cara, parece vampira.

Qué puedo hacer, cómo puedo alegrarte.
Yo ya no puedo vivir más sin su sonrisa.
Necesito sus besos para seguir el día a día.
Pero, ¡oye! ella es mía.

No será que ya no me quiere.
No amor, no me abandones.
Te necesito, te quiero siempre conmigo.

¿Y si me ha sido infiel?
Las dudas te carcomen, los celos te van a matar.
¿Quién ha sido? ¿Quién me ha quitado,
a mi chica de ojos verdes y rostro cristalino?

Ahora soy yo el que me siento: me siento con miedo.
Me siento mal, triste, depresivo. A millas de ti,
estando tan solo a centímetros.

No te importa. La hipótesis será correcta.
Debo echarte de aquí, tocaste hondo.
Leva tus anclas y vete, sirena de los mares,
diosa de mi vida, musa de mis sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario